En esta serie pictórica, que retoma el hilo de la colección de las flores, la vegetación en su estado más selvático y agreste se convierte en el terreno de experimentación de Werens; son las hojas de agave las que acontecen las protagonistas absolutas del lienzo: emergen descaradas, crecen poderosas, se entreatan y se desarrollan exuberantemente hasta llenar la totalidad del espacio, hasta cubrir de verde la ciudad inerte y necesitada de vida en la cual vivimos.