Puertas tapiadas, casas amordazadas, edificios silenciados. La vida que hervía en otros tiempos se fundió un buen día como la luz del sol se apaga cada anochecer. Historias de vida el recuerdo de las cuales permanece en el interior de estos muros dejados de banda. Testigos de tantas existencias y acontecimientos, cada una de estas hoy decadentes paredes fue el escenario de historias de amor y de pesadilla. Vidas corrientes, niños que crecieron, jóvenes que se enamoraron, viejos que murieron. Por sus puertas penetraba la ventura y se esmunyien las penas. Hoy estas casas han sido abandonadas. Un día como tantos otros sus residentes salieron, nostálgicos unos, esperanzados los otros, obligados o deseándolo. Cerraron la puerta por última vez después de un largo suspiro. Despacio el silencio se fue apoderando del espacio, la quietud de los aposentos, la inmovilidad de los cierres. Se fue enrareciendo el aire y la energía se estancó. Así, en la mudez del hogar abandonado, y con el transcurrir del tiempo, los restos de vida se fueron diluyendo en un recuerdo difundido y lejano.
Edificios marginados los cuales se los ha incapacitado para su función de acogida. Las puertas arrancadas con violencia han dejado a sórdidos muros de ladrillo. La casa agoniza paciente, sabedora de su inevitable y anunciado final. Y aun así, la vida se resiste a dejarse vencer. Y hoy, de sus humillados cimientos ha surgido una flor. Una flor que ha vuelto la vida allá donde tan solo quedan recuerdos.
Una flor insolente y exultando a modo de último homenaje. Como la flor de la agave, que altiva y poderosa se eleva en un grito de gloria de la planta antes de su muerte. Una flor efímera que clama en un último acto de reivindicación. Un modesto ejército de flores que se encara con las deshumanizadoras sentencias del capital. Belleza y arte enfrentadas a la especulación y a la aniquilación.
Arte efímero para una ciudad agonizante, para una ciudad sentenciada a la despersonalización y a la uniformización. Una flor que es a la vegada una ofrenda de despedida para la extinción de la libre creatividad y un alegato a la libertad de expresión. Un flor que, finalmente, no es otra cosa que la representación de la natura que ya extirpamos de nuestras calles, pero una flor que, incluso de una pequeña rendija de cemento, tomará impulso para gritar que allá donde haya artistas brotará el arte.
Floresss!
ImpaktesVisuals Gallery (Sabadell) / NoNameGallery (Berlín)
Diciembre 2009