La bicicleta, el medio de transporte más saludable, sostenible, ecológico y económico de los existentes, ha acontecido el nuevo icono de en Werens. Tal como los modernistas catalanes de Los Cuatro Gatos sustituyeron el tándem por el automóvil, tomando este como símbolo de los nuevos tiempos, el artista sabadellenc, coherente también con su época, retoma la bicicleta y hace de esta el estandarte del momento actual. Pero este es un estandarte ligado a la fuerza a una reivindicación, a una demanda de la población que ya no puede continuar siendo ahogada, la de un carril bici que haga segura la circulación y facilite la buena convivencia con los peatones. Y Werens, siempre en su línea, sosegado pero penetrante y persistente, se hace eco.
Después de sus personalísimos lirios nacidos de las profundidades del asfalto, ahora es un ejército de bicicletas el que surge de su mano, sin mucho alboroto pero sin tregua, de los muros de nuestras ciudades.
Una muchedumbre de bicicles prototipos, bicicletas, monocicles, tándems y triciclos restan inmóviles y solitarios, a la espera de un humano que las sustraiga del estado de letargo comunitario en el que se encuentran. Ágiles y accesibles, estos ingenios nos gritan a ponernos en marcha, a dejarnos llevar por sus ruedas, a lanzarnos a una carrera contra el viento, una carrera que será tranquila o veloz, apresurada o de paseo, pesada o ligera, por debajo de los árboles o por calles asoladas, bajo la lluvia o debajo de un cielo estrellado, pero una carrera esencial y definitivamente liberadora.
Y así, apoyadas en un muro, esperan las bicicletas de en Werens, pacientes y pacíficas, nunca resignadas sino optimistas, no solo aquella persona que las rescate de su hechizo y las vuelva a la vida, sino también, y sobre todo, el día que la ciudad cuente finalmente con ellas.
Después de sus personalísimos lirios nacidos de las profundidades del asfalto, ahora es un ejército de bicicletas el que surge de su mano, sin mucho alboroto pero sin tregua, de los muros de nuestras ciudades.
Una muchedumbre de bicicles prototipos, bicicletas, monocicles, tándems y triciclos restan inmóviles y solitarios, a la espera de un humano que las sustraiga del estado de letargo comunitario en el que se encuentran. Ágiles y accesibles, estos ingenios nos gritan a ponernos en marcha, a dejarnos llevar por sus ruedas, a lanzarnos a una carrera contra el viento, una carrera que será tranquila o veloz, apresurada o de paseo, pesada o ligera, por debajo de los árboles o por calles asoladas, bajo la lluvia o debajo de un cielo estrellado, pero una carrera esencial y definitivamente liberadora.
Y así, apoyadas en un muro, esperan las bicicletas de en Werens, pacientes y pacíficas, nunca resignadas sino optimistas, no solo aquella persona que las rescate de su hechizo y las vuelva a la vida, sino también, y sobre todo, el día que la ciudad cuente finalmente con ellas.